Repensar la Prosperidad: La Economía del Dónut como Estrategia para un Futuro Regenerativo
Un nuevo paradigma económico que redefine el éxito empresarial y social dentro de los límites del planeta y las necesidades humanas.
La economía del dónut, propuesta por Kate Raworth, representa una ruptura conceptual con los paradigmas económicos tradicionales, especialmente con la obsesión por el crecimiento del PIB como indicador principal de éxito. Este modelo no es simplemente una crítica al sistema actual, sino una arquitectura alternativa que redefine los objetivos económicos en función de la sostenibilidad ecológica y la equidad social.
Desde una perspectiva profesional, el valor de la economía del dónut radica en su capacidad para integrar múltiples dimensiones del desarrollo humano y ambiental en un marco visual y operativo. El modelo propone un espacio seguro y justo para la humanidad, delimitado por un piso social —que garantiza derechos básicos como salud, educación, vivienda y participación política— y un techo ecológico —que establece los límites biofísicos del planeta, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la acidificación de los océanos.
Este enfoque tiene implicaciones profundas para la formulación de políticas públicas, la estrategia empresarial y la planificación urbana. En lugar de perseguir el crecimiento económico como fin en sí mismo, la economía del dónut invita a preguntarse: ¿crecemos para qué y para quién? ¿Estamos mejorando el bienestar humano sin comprometer la capacidad regenerativa del planeta?
En el ámbito corporativo, este modelo desafía la lógica de maximización de beneficios a corto plazo. Las empresas que adoptan principios del dónut tienden a rediseñar sus cadenas de valor para ser regenerativas (por ejemplo, mediante economía circular) y distributivas (por ejemplo, mediante modelos de propiedad compartida o gobernanza inclusiva). Esto no solo responde a una demanda ética creciente por parte de consumidores e inversores, sino que también anticipa regulaciones más estrictas en materia ambiental y social.
Desde el punto de vista de la gestión pública, ciudades como Ámsterdam han demostrado que el modelo puede traducirse en políticas concretas. La planificación urbana basada en el dónut implica repensar el uso del suelo, la movilidad, la energía y la vivienda desde una lógica de suficiencia y resiliencia, más que de expansión y consumo.
En términos macroeconómicos, la economía del dónut plantea una tensión con los modelos neoclásicos, especialmente en lo que respecta a la noción de eficiencia. Raworth argumenta que la eficiencia técnica no siempre se traduce en justicia distributiva ni en sostenibilidad ecológica. Por tanto, propone una economía que se mida por su capacidad de mantenerse dentro de los límites planetarios mientras garantiza una vida digna para todos.
Este modelo también exige una transformación en la educación económica. La formación de economistas debe incluir pensamiento sistémico, comprensión de límites planetarios, y herramientas para evaluar impactos sociales más allá de los indicadores financieros. En este sentido, la economía del dónut no es solo una propuesta teórica, sino una invitación a rediseñar la práctica económica desde sus fundamentos.
En resumen, la economía del dónut ofrece un marco holístico que permite a gobiernos, empresas y ciudadanos repensar el propósito de la actividad económica. No se trata de renunciar al progreso, sino de redefinirlo en términos que sean compatibles con la justicia social y la integridad ecológica. En un contexto global marcado por la interdependencia y la fragilidad de los sistemas naturales, este modelo se presenta como una brújula ética y estratégica para navegar el siglo XXI.
