El Gobierno apuesta por una solución “experimental” para sustituir a Almaraz pese a que los expertos dudan de su seguridad
El Gobierno mantiene el calendario de cierre de la central nuclear de Almaraz, prevista para 2027, confiando en un modelo de control de tensión basado en energías renovables que, a día de hoy, se encuentra aún en fase experimental y sin precedentes a nivel mundial. Esta decisión se produce mientras Iberdrola, Endesa y Naturgy ultiman una petición conjunta para prorrogar la planta, cuyo papel en la estabilidad de la red, especialmente en Extremadura, se ha vuelto crítico ante recientes fallos de tensión que han aumentado el riesgo de apagones.
Históricamente, la estabilidad de la red ha dependido de centrales síncronas —nucleares, ciclos de gas e hidráulicas— que, por sus características físicas, absorben y regulan la tensión de manera natural. Las renovables, por el contrario, solo pueden simular esta capacidad mediante sistemas electrónicos que aún deben desplegarse a gran escala en España. Técnicos expertos advierten que la implementación de este control es compleja y que su eficacia en 2027 no puede garantizarse.
La CNMC ha comenzado a habilitar progresivamente a las plantas de generación, incluidas eólicas y fotovoltaicas, para responder dinámicamente a las necesidades de la red, pero el proceso avanza lentamente: hasta ahora, solo 161 instalaciones han iniciado pruebas. Además, la ubicación geográfica es clave: en Extremadura, Almaraz es la única central capaz de amortiguar las fluctuaciones locales, y las renovables de la región deberán desarrollar sistemas avanzados para reemplazarla efectivamente.
En este contexto, el Gobierno apuesta por una solución innovadora, pero los plazos y la fiabilidad de la misma plantean incertidumbre. Para empresas y profesionales del sector, el desafío es doble: garantizar la continuidad del suministro mientras se adapta la red a nuevas tecnologías, equilibrando la innovación con la prudencia que exige la estabilidad eléctrica.
